viernes, 2 de octubre de 2009

mi xavier lafitte


4La abeja se embriaga con el aroma de una flor desconocida


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dime, ¿si no somos nosotros? la gran diferencia es que yo no soy esa chica desconocida a la que persigues por estrasburgo y tu no eres un chico misterioso que indiferente me dejas marchar.te amo!

En la ciudad de Guerin el tiempo se ha detenido, las luces y las sombras envuelven a la gente en una atmósfera idílica, casi irreal, y el sonido lleva sobre sí toda la carga de la realidad. En la ciudad de Guerin abundan las mujeres, guapas, por supuesto, el viento mueve sus cabellos ante la atenta mirada de los hombres, y de la cámara. Pero en esta ciudad también hay sitio para los personajes marginales, que aparecen, de vez en cuando, contrastando con tanta belleza y dejando un poso de realidad. Esta es una ciudad donde las calles están libres de coches y ruidos molestos, y la gente pasea cruzándose con los tranvías en un baile sin fin. Todo esto sucede mientras un chico busca a una chica, a la que perdió hace años en esta ciudad, en la ciudad de Sylvia, que es también la ciudad de Guerin.
El personaje principal es un hombre que mira y a su vez es mirado por la cámara. Una especie de personaje romántico, sacado de algún libro de Goethe, un Werther que busca a su Carlota entre los rostros de un café. Un soñador que vive recordando un enamoramiento fugaz, buscando un ideal que no existe nada más que en su cabeza. Un artista , sin duda, pero ¿qué hace?, puede ser un pintor, un poeta, tal vez un cineasta que toma apuntes para su película. ¿Puede ser el alter ego de Guerin? No sabemos nada de él, como tampoco sabemos nada del resto de los personajes que aparecen. Los únicos datos que se nos dan son sobre Sylvia, un personaje que siempre está presente a pesar de estar ausente, pues no es más que un fantasma, una sombra que planea sobre la ciudad. Un recuerdo desenfocado.
El film está dividido en tres noches. La primera, muy breve, donde se nos presenta al personaje principal, (Xavier Lafitte), con un largo plano que abre el film, donde él trata de buscar la inspiración mirando al infinito. La segunda noche, la más larga, cuando el personaje inicia la búsqueda de un rostro entre todas las mujeres del café, y cree encontrarla en la chica a la que acaba persiguiendo por toda la ciudad, (Pilar López de Ayala), en una coreografía perfecta de idas y venidas, de entradas y salidas de plano. La secuencia cumbre de esta parte es la del diálogo en el tranvía, que es donde se descubre la historia de Sylvia, saciando, por fin, la curiosidad del turbado espectador. Tras descubrir que ella no es Sylvia, la vemos bajar del tranvía y marcharse, dejando sólo y abatido al personaje principal, que toca con los pies en la tierra por primera vez. Este hubiese sido un buen final para la película, pero Guerin continua la segunda noche con una escena algo desconcertante en el bar “Les Aviateurs”, donde el personaje conoció a Sylvia seis años antes. Algún crítico ha querido ver en esta escena el descenso a los infiernos de Dante, pero, francamente, eso está muy cogido por los pelos. En la tercera noche, él continua su búsqueda, pero ya no busca a Sylvia, sino a la chica del tranvía, en cuya parada se sienta durante horas viendo pasar a todas las mujeres del mundo, incluida una mujer con la cara deformada, una imagen cuyo sentido no acabo de comprender. Finalmente ella aparece, pero él no la ve o la ve y la deja marchar, no queda claro este final.
En muchas críticas que he leído sobre este film, se dice que es una película silenciosa; creo que a veces se confunde la falta de diálogo con el silencio, porque En la ciudad de Sylvia está plagada de sonidos, gran parte de ellos en off, que son los que nos transportan a esa ciudad, ampliando el plano y dejándonos intuir lo que ocurre alrededor de los personajes. El sonido nos deja escuchar la música, antes de que veamos a las violinistas que la tocan, o al tranvía, antes de que éste aparezca. Pero también crea un mundo fuera de campo, lleno de matices, que nunca llegaremos a ver, aunque podremos imaginar. Esa faceta evocadora del sonido es algo que Guerin utiliza en todas sus películas, algo que ha heredado de Bresson o de Tati, y que en este film cobra una mayor importancia, pues tiene el poder de recrear la realidad en medio de esa ensoñación en la que vive el protagonista. El trabajo de sonido es, sin duda, lo más complejo y logrado del film.
En la ciudad de Sylvia es una película diferente, que espera ser descubierta por el espectador curioso, que no busque una historia convencional. Uno de los logros de Guerin es que no se estanca en una manera de hacer cine, sino que se reinventa a sí mismo con cada película, conservando, eso sí, lo característico de su mirada.